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Calma tras la tormenta

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  ¿Sabéis esa sensación de salir del mar, cuando está agitado, llenita de arena y algas, con el pelo más que revuelto, el bañador descolocado y tu agotada …? (pero contenta) y después de saltar olas y revolcarte una y otra vez debajo de ellas y tragar agua…? Pues es la imagen que me viene a la cabeza si pienso en este primer año como docente en Ciclos Formativos. He salido a flote, he llegado a la orilla, llenita de arena y agotada, pero contenta. He sufrido, he saltado muchas olas, me he hundido otras muchas, en algún momento he podido flotar para recuperar la energía y ha vuelto a empezar el ciclo. Cuando parecía que venía la calma, aparecía otra gran ola y la bandera roja. En otro momento ondeaba la bandera de las medusas y había que esquivarlas porque picaban. Y finalmente se ha visto la bandera verde y ha vuelto la calma. Y mi pelo está llenito de arena. Voy a necesitar una buena ducha (o más de una) para ir sacando de todos los rincones del cuerpo la arena, las algas. Y va a toca

Las manos de Carmen

A Carmen un anuncio diferente le devolvió la esperanza. Fue en la biblioteca municipal, donde solía pasar mañanas refugiada entre libros, que lo vio colgado del tablón de anuncios de la planta baja, junto a otros tantos. Pero ese anuncio, de colores vivos, le hizo pensar que quizás había aún esperanza. “Costurero/a con experiencia en máquinas y tejidos de los años 60, con ganas de entrar a formar parte de la nueva startup barcelonina”. La primera parte del anuncio no solo la cumplía sino que la dominaba. Se había pasado su vida delante de una máquina de coser en la sala de estar de su casa, cosiendo a demanda para diferentes empresas. Bajo presión, a plazos imposibles y dejándose la vista, la espalda y las manos. La segunda parte del anuncio no lograba descifrar, pero ya le preguntaría a Carlos, su nieto de 21 años, que en más de una ocasión le había aclarado el argot de las ofertas de trabajo que encontraba y quien le había animado a abrirse un perfil en una web de búsqueda de empleo

Los sueños

Y ella, con 11 años, se durmió en una camilla de quirófano, tiritando de nervios, con su mano cogida a la de su madre. Sin entender muy bien que le estaba pasando a su cuerpo. Se le fueron cerrando los ojos, se dejó llevar por esa extraña sensación provocada por la anestesia. Flotaba, e intentaba, tal como su madre le había recomendado, dormirse pensando en algo bonito. Fue tan rápido que no notó cuando su madre le soltó la mano y se despidió de ella con un beso en la mejilla. Y empezó a soñar. Y ahí la dejó, rodeada de mujeres que cuidarían de ella durante ese rato. Que la arroparían. Rodeada de luces que le recordaban a las que veía en las películas en los camerinos, siempre muy iluminados. Focos de diferentes intensidades preparados. Con aparatos a derecha e izquierda que emiten continuamente sonidos, rítmicos y ondas de colores. Con instrumentos de diferentes formas y tamaños, colocados en orden, sobre mesas vestidas de verde. Y mientras avanzada a la sala de espera sentía

Todo lo que cabe en una mochila

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El 21 de julio me subí en un avión rumbo a Mozambique. A Chókwè, provincia de Gaza. Con muy poco equipaje, una mochila y mucha ilusión. Y 2 amigas y una cuarta que allí nos esperaba (pero ellas se merecen un post aparte!). Una mochila que 17 años antes había venido ya conmigo a la India. Qué mochila tan diferente y a la vez tan similar. Una mochila con menos carga esta vez, más vacía de ropa y cosas materiales. Mucho más llena de tranquilidad, de experiencias. Con la misma ilusión, con los mismos ideales, quizás más claros, pero sin ganas de discutirlos con nadie. Con ganas de no cerrar los ojos para no perderme detalle. Con los 5 sentidos activados al máximo. Con una libreta y un boli para poner por escrito todo aquello que va surgiendo. Con la certeza que todo iba a salir bien. Y así fue. Ha sido un viaje que todo el puede catalogarse como Un Lugar en el mundo en si mismo. Por la compañía, por las actitudes, por la acogida recibida, por lo visto, por lo v

La felicidad es esto

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Este verano he tenido un momento (o momentazo) de auténtica felicidad. No es el único, sin duda, pero si refleja lo bonito de lo sencillo, de lo improvisado, de lo compartido y de lo que no se puede pagar con nada. Sólo con una inmensa sonrisa y con el recuerdo de esa imagen en el corazón para siempre. Una tarde de domingo jugando a cartas, al continental, 2 adultos y 3 niños y 3 perros merodeando. Complicidad, risas, bromas, miradas... Lo de menos el resultado de la partida. Momentos en los que quieres que el tiempo se detenga y seguir jugando eternamente. En el que no quieres perder detalle de todo lo que alrededor va sucediendo y sobre todo en ti misma. Sin duda un Aquí y Ahora para recordar y revivir las veces que sea necesario. También fue un día para... Un día para conocer un lugar en el mundo geográficamente nuevo. Un día para vivir muchos lugares en el mundo emocionales. Un día para conversar de todo y de nada. Un día para relajarme y destensar los hombros y permi

Vida detras de cada uno..

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Qué cierta es esa frase de que hay imágenes que valen más que mil palabras. Imágenes como las que Arrels realizó la pasada semana durante el censo nocturno que se hizo en Barcelona de personas que viven en la calle. Censo en el que tuve la gran suerte de participar como voluntaria.  Además de las imágenes de Arrels, tratadas con mucho respeto, están todas las que guardo en mi cabeza (o quizás en otra parte de mi interior) y que una vez tras otra me van apareciendo.  Imágenes de... .... la Barcelona nocturna, solitaria.   .... del silencio de las calles a las 2, a las 3, a las 4 y a las 5 de la madrugada  .... de la velocidad de los camiones de limpieza entre calles estrechas del Raval .... de los suelos mojados del la ciudad que harán que quien esté durmiendo en esa calle en ese momento tenga que cambiar de lugar ... de encontrarnos a las 2:30 de la mañana con una persona que duerme en la calle leyendo una novela  .... del regalo que me hizo una p

Ain’t got no/I got life

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No hay mejor terapia para los días grises, tristones, en los que la autoestima nos juega malas pasadas y dudas de todo.... que recordar a Nina Simone. Te da fuerza, te empodera, te impulsa y hasta te enderezas fisicamente. Vuelves a florecer... “ No tengo casa, ni zapatos. Ni dinero, ni estilo… No tengo hombre…No tengo madre, ni cultura…No tengo amigos, ni escuela, no tengo amor, ni nombre…No tengo Dios. Pero tengo mi pelo, mi cabeza, mi cerebro y mis orejas, mi boca y mi sonrisa, mi cuello y mis tetas, mi corazón y mi alma…Mi espalda y mi sexo, mis brazos y mis manos, mis dedos y mis piernas…  Tengo mi vida y la voy a mantener, tengo mi libertad, tengo mi vida y nadie me la va a quitar” Fantastica Nina. Buen Jueves!