Dar por hecho...
Hoy mi lugar en el mundo es para este maravilloso artículo de Pedro Simon, en el blog A Simple Vista. Nada que añadir. Simplemente reflexionar y sentir.
"Damos por hecho que en el mundo hay alguien que nos quiere y que lo seguirá haciendo. Que tampoco hoy nos dolerá nada y que al año que viene continuaremos aquí. Que los planes saldrán según lo previsto y que no nos fallarán las cuatro certezas sobre las que nos sostenemos.
Damos por hecho que los demás nos cogerán el teléfono, que les seguiremos importando como la primera vez, que los otros vendrán puntuales a la cita y que ésta no será la ultima.
Damos por hecho que tendremos toda la vida por delante para arreglar lo que hemos roto, que si no es hoy será mañana. Que delante de nosotros hay un cheque en blanco para todo. Que esta noche le daremos al interruptor y se encenderán tus ojos.
Cuando damos tanto por hecho es que estamos dejando un montón de cosas sin hacer. Todo lo importante que un día aprendimos y que ya sólo nos recuerda nuestra gente: casi siempre en silencio, tan discreta, esperando con paciencia de afectos viejos, sabiendo que, si damos por hecho un sueño en vez de volverlo a hacer, tarde o temprano nos la vamos a pegar.
Estamos dejando un montón de cosas sin hacer, decía. Y la primera de todas es ser volver la mirada a los nuestros. Por ejemplo, roturar la tierra como cuando no había nada. Poner el primer ladrillo como cuando empezamos a construir. Resetear los afectos de siempre. Escribir crispando el puño y los dientes como si fuera el primer renglón. Coger la agenda antigua y llamar al primero que te abrió la puerta. Volver a empezar con las cosquillas en la planta de los pies. Conquistar cada día como cuando teníamos sed y no sólo resaca. Ponerse a abrazar a quemarropa lo mismo a la ginecóloga que al celador. Al suegro que al de la floristería. Como cuando te dijeron que eras padre. Como si los abrazos curaran.
(...)
Doy por hecho que voy a ver a mis padres lo suficiente, que juego con mis hijos lo normal, que escucho a mis amigos lo bastante, que a Ana la valoro como merece.
Damos por hecho todo hasta que un día comprobamos que no, que no habíamos hecho ni la mitad, que no pusimos toda la carne en el asador, sino en la nevera, que anduvimos perdiendo el tiempo con las cosas urgentes y que ahora, a lo peor, ya no tendremos ni un minuto para lo importante.
Son los tiempos. Pensamos demasiado en lo que queremos ser y muy poco en lo que estamos siendo.
Tengo delante la foto de Javier Espinosa y no me canso de verla. Del derecho, del revés, la secuencia de un tiempo recobrado. Javier como no le he visto nunca, abrazando a Yerai como si acabase de venir al mundo, como si el crío hubiera sido recién parido así, a la carrera, con deportivas y todo. Como si en el fondo, Javier, hubieras caído estos meses en que tienes un montón de abrazos por dar, creo yo, la hostia de cuentos por contar, juguetes a los que dar cuerda, un montón de cosas menudas por hacer y que ya dabas por hechas."
"Damos por hecho que en el mundo hay alguien que nos quiere y que lo seguirá haciendo. Que tampoco hoy nos dolerá nada y que al año que viene continuaremos aquí. Que los planes saldrán según lo previsto y que no nos fallarán las cuatro certezas sobre las que nos sostenemos.
Damos por hecho que los demás nos cogerán el teléfono, que les seguiremos importando como la primera vez, que los otros vendrán puntuales a la cita y que ésta no será la ultima.
Damos por hecho que tendremos toda la vida por delante para arreglar lo que hemos roto, que si no es hoy será mañana. Que delante de nosotros hay un cheque en blanco para todo. Que esta noche le daremos al interruptor y se encenderán tus ojos.
Cuando damos tanto por hecho es que estamos dejando un montón de cosas sin hacer. Todo lo importante que un día aprendimos y que ya sólo nos recuerda nuestra gente: casi siempre en silencio, tan discreta, esperando con paciencia de afectos viejos, sabiendo que, si damos por hecho un sueño en vez de volverlo a hacer, tarde o temprano nos la vamos a pegar.
Estamos dejando un montón de cosas sin hacer, decía. Y la primera de todas es ser volver la mirada a los nuestros. Por ejemplo, roturar la tierra como cuando no había nada. Poner el primer ladrillo como cuando empezamos a construir. Resetear los afectos de siempre. Escribir crispando el puño y los dientes como si fuera el primer renglón. Coger la agenda antigua y llamar al primero que te abrió la puerta. Volver a empezar con las cosquillas en la planta de los pies. Conquistar cada día como cuando teníamos sed y no sólo resaca. Ponerse a abrazar a quemarropa lo mismo a la ginecóloga que al celador. Al suegro que al de la floristería. Como cuando te dijeron que eras padre. Como si los abrazos curaran.
(...)
Doy por hecho que voy a ver a mis padres lo suficiente, que juego con mis hijos lo normal, que escucho a mis amigos lo bastante, que a Ana la valoro como merece.
Damos por hecho todo hasta que un día comprobamos que no, que no habíamos hecho ni la mitad, que no pusimos toda la carne en el asador, sino en la nevera, que anduvimos perdiendo el tiempo con las cosas urgentes y que ahora, a lo peor, ya no tendremos ni un minuto para lo importante.
Son los tiempos. Pensamos demasiado en lo que queremos ser y muy poco en lo que estamos siendo.
Tengo delante la foto de Javier Espinosa y no me canso de verla. Del derecho, del revés, la secuencia de un tiempo recobrado. Javier como no le he visto nunca, abrazando a Yerai como si acabase de venir al mundo, como si el crío hubiera sido recién parido así, a la carrera, con deportivas y todo. Como si en el fondo, Javier, hubieras caído estos meses en que tienes un montón de abrazos por dar, creo yo, la hostia de cuentos por contar, juguetes a los que dar cuerda, un montón de cosas menudas por hacer y que ya dabas por hechas."
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