El mar, la mar...

Aunque suene a tópico, una de las sensaciones más tranquilizadoras que recuerdo, busco y cuando tengo que pensar en una imagen relajante recurro a ella, es la del mar. He tenido la oportunidad y la suerte de disfrutar del mar desde muchos lugares en el mundo, en 4 continentes y desde muchas perspectivas, muchos estados de ánimo, diferentes momentos vitales y he de reconocer que para mi se está convirtiendo en algo imprescindible y a lo que no quiero renunciar en mi dia a dia.
Es extraño, porque viviendo en una ciudad de mar no lo visito a diario y quizas en semanas durante el invierno, pero me tranquiliza y me reconforta saber que puedo ir en cualquier momento, sentarme en la arena y recargar pilas. Durante 5 años seguidos estuve viviendo en dos ciudades sin mar (La Paz-Bolivia- y Madrid) y fue en esa epoca que descubrí mi necesidad de mar, mis ganas de tenerlo cerca, y tuve que ir a "otros mares" cercanos para tranquilizarme y sentirlo cerca. Uno de esos otros mares que me ayudaron a "pasar el mono"  fue el Lago Titicaca. El lago navegable más alto del mundo. Su profundidad y su paisaje es tan impresionante que muchos fines de semana nos escapabamos con la excusa de comer una trucha a la orilla del lago y a la vez contemplar ese lugar indescriptible.

Hoy por hoy vuelvo a vivir en ciudad de mar y mis vacaciones las relaciono con playa. Sumergirme, flotar, atardeceres en la costa....es lo que he vivido desde pequeña y lo que me nace transmitirle a mi hija.

La imagen de hoy es  de una cala de Mallorca, uno de esos lugares en el mundo al que intento ir siempre que puedo. Ya os contaré otro día sobre él.